Arnaldo Vargas Castro / avargas@radioangulo.icrt.cu / Domingo, 15 de Septiembre de 2013 06:56
Después de muchos andares y avatares el ateniense Dimitri Agiomavritis llegó un día a Holguín, con una carga de años que ya delataban su rostro, su andar pausado y trabajoso, e historias de una vida que -según él- solo conoció las palabras felicidad, solidaridad y esperanza, en suelo cubano.
¨Yo llegué al mundo en octubre de 1933 y la vida mía fue muy difícil porque no tenía para comer; muchas personas de mi edad morían de hambre, carecía de trabajo y la gente no hallaba qué hacer¨. (En esta etapa, el dictador Joannis Metaxás la arrastró al fascismo). ¨Después, sufrimos las penurias de la II Guerra Mundial, cuando mi país fue ocupado por la Alemania nazi. Se estableció un gobierno colaboracionista y vivíamos como animales.
“Durante la Guerra Civil, que concluyó en 1949, creo que fue peor, porque no nos permitían ni hablar, y decían los militares que era prohibido protestar, que estaba fuera de la ley¨.
Grecia es considerada la cuna de la civilización, de la democracia y la filosofía; el lugar donde ocurrieron los primeros estudios de historia, política, matemáticas y las ciencias; el lugar donde surgió el Imperio bizantino, uno de los más grandes de la historia de Europa…sin embargo, ¨es muy mala la vida, hemos vivido como animales, siempre acosados. Durante la guerra, nosotros dormíamos debajo de la cama, porque por las noches había mucha metralla. Era un peligro estar vivo¨.
¿Hasta cuándo soportaron esa situación, qué hizo la familia?
¨Hasta octubre de 1974, cuando nos fuimos para Canadá, con la ayuda de una prima. Allá tampoco se podía hablar de libertad y justicia, porque -como sucedía en Grecia- enseguida te tildaban de comunista¨.
¿Eres o fuiste comunista?
¨Yo, desde niño, fui amante y defensor de la justicia y de la paz. Después, leyendo sobre el comunismo, me di cuenta de que era el único sistema político que defendía a los pobres y prometía mejor vida a los humildes. Por eso, yo fui militante clandestino del Partido Comunista en Grecia y en Canadá, porque no permitían los partidos, acosaban a los comunistas y había que trabajar escondidos¨.
¿A pesar de ello, participaste en algunas actividades públicas?
¨Sí, tratábamos de organizar actividades de maratón, en las calles, pero no daban permiso para eso y a quienes se atrevían a salir, los disolvía la policía¨.
¿Pudiste trabajar en Canadá?
¨Bueno, siempre he sido un busca vida. Yo era en Grecia carpintero de aluminio, primero fui barbero, como mi papá, y tuve antes de la dictadura una fábrica de zapatos, pero me lo quitaron todo y una vez me llevaron a prisión. En Canadá, donde se dice que hay libertad, era lo mismo, si te consideraban peligroso por discrepar con el gobierno, también te podían coger preso. No siempre había trabajo en mi fábrica; trabajé como pintor, porque tenía que alimentar a tres hijos, y yo era el único que trabajaba¨.
En la vieja Europa se aprecia en estos tiempos decadencia económica, política e ideológica. ¿Cómo ve a Grecia?
¨Mala cosa, porque el gobierno viene con bandera de socialista, pero hay abusos neofascistas, y los jóvenes le pierden la confianza a la palabra socialismo. Allá, en mi país natal, las cosas no cambian, todo sigue igual de difícil”.
Desde 2008 ha sido muy castigada por la crisis económica. Un artículo del Daily Mail retrata la situación actual de la vieja Atenas, la capital.
«Lo que es tan escandalosamente evidente a medida que usted camina por Atenas son los terribles paralelismos entre aquella época de guerra y hoy en día. Los comedores de beneficencia, los mendigos, los jubilados recogiendo las verduras desechadas cerca de los mercados callejeros, las personas sin hogar rebuscando para encontrar comida en los contenedores. Estas son las señales que se pueden ver¨.
Al greco-canadiense Dimitri Agiomavritis lo conocí en los coloquios internacionales que se celebran cada mes de noviembre en Holguín, para reclamar la libertad de los cinco antiterroristas cubanos presos injustamente hace 15 años en Estados Unidos.
¨Chico, yo supe de Cuba un día, allá en Canadá, y le agradezco a la vida haber venido a conocerla por primera vez en el año 2000. Aquí supe del problema de esos cubanos que fueron a Estados Unidos a prevenir los actos terroristas que ya han costado muchas vidas humanas, entonces comencé a participar en esos encuentros, porque viene mucha gente del mundo y me gusta cómo se analiza el tema y cómo repercute después en la lucha¨.
15 años de injusto encierro, le comenté.
¨Esas son cosas del imperio y todos debemos reconocer que nada es fácil en la vida. Se impone luchar más cada día hasta que regresen a casa. Se sabe que la tarea no es fácil, porque el capitalismo no tiene conciencia, nada le importan los seres humanos¨.
No escaparon del diálogo con este noble anciano de 80 años de edad, que se defiende bastante con el español, las agresiones estadounidenses a Afganistán e Iraq; la amenaza real de una agresión a Siria por la supuesta tenencia y empleo de armas químicas, mientras Israel arremete contra Palestina con todo tipo de armamentos y asesina a niños, mujeres y hombres inocentes. “¿Dónde está la justicia?¨, acotó.
¨Es una locura que Estados Unidos mantenga a Cuba en una lista de países terroristas y a los luchadores antiterroristas en prisión, mientras Posada Carriles, que es un terrorista internacional reconocido y confeso, pasea libremente por las calles de la Florida. ¿Con qué moral puede Estados Unidos ser juez del mundo para poder decidir a quién acusar, sancionar y agredir?¨.
A ese imperio, el mayor del mundo, que durante casi tres siglos ha mantenido su codiciosa mirada puesta en este pequeño territorio, se enfrentan los cubanos desde el Primero de enero de 1959; pero, mientras más aprietan, como ahora que el presidente Barak Obama acaba de prorrogar otro año más las sanciones comerciales, más se fortalece la determinación legada por el General holguinero de las tres Guerras de Independencia, Calixto García: “O libres para siempre, o batallando siempre para ser libres”.
Dimitri nació en Grecia, vivió en Canadá y desde hace varios años se ha radicado en Cuba.
¨Yo me siento orgullo de vivir en Cuba, porque hay limitaciones, pero sobra la dignidad, la unidad, ese orgullo de la gente de ser y actuar como cubanos; la capacidad de apoyar a otros pueblos necesitados, y porque aquí hay un gobierno que trabaja para mejorar la vida de la gente. Cuba es el ejemplo del mundo. Yo vivo en Cuba, porque no hay país como Cuba¨.
Vía Radio Ángulo